viernes, 25 de abril de 2008


Escúchala, así suena la brisa, así muerde la sonrisa. Recíbela como si fuera ayer. Retorceremos nuestros cuerpos, suda conmigo hasta el amanecer.
Donde el cielo siempre es eterno, nubes de sal en cuerpos de azúcar.
Pocas veces olvidé, muchas pedí más de lo que ansiaba.
Viví, contando el tiempo, las sombras del ayer.
Fingí no notar las horas, rozando mi piel.
Rozándome la piel.

Ahora.
Miraré distinta cara, en cada amanecer.
División, de un segundo en una fracción.



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