Glaciers melting in the dead of night And the superstars sucked into the supermassive
Supermassive Black Hole
lunes, 1 de septiembre de 2008
Llegó una dama envuelta en gris en el ocaso incierto: fulgió por un instante allí, trenzado en flor, su pelo. Libre de encanto al fin brotó despierto de la roca: en carne y hueso la abrazó fundiéndose en su sombra.
El tiempo se para, el aire no corre. Mosquitos volando y grillos cantando y tú a mi lado muriendo de sueño. Cansada, contenta, me pides un cuento y yo te lo cuento, más bien me lo invento. Te explico que un niño cruzó el universo montado en un potro con alas de plata buscando una estrella que bailaba salsa con un asteroide. Malvado, engreído, traidor y forajido. Conocido bandido en la vía láctea por vender estrellas independientes a multinacionales semiespaciales. Y te duermes… Vivan las noches. El sol, la sal en tus labios. Al principio, como siempre, dormimos abrazados y cuando ya suspiras me retiro a mi espacio. Me gusta dormir solo a tu lado de la cama, de esta cama ahora repleta de mantas en esta mañana fría, fría, fría, congelada, congelada.
El pensamiento quiere consumir recuerdos profundos, los lamentos de este mundo que nos dejan. Sin pesar, sin poder profundizar. ¿Qué voy a hacer yo, si me tengo que arrastrar? Y llevo conmigo todo el lamento. Y llevo contigo todo el sentimiento.